44º Descenso del Sella
En 1980 se celebró el 50 aniversario del Descenso Internacional del Sella, una edición especialmente simbólica que recuperó el espíritu original de la fiesta gracias a la presencia de Dionisio de la Huerta, fundador del evento en 1930. Su regreso oficial fue uno de los grandes reclamos: con él volvió la lectura de los versos desde el puente de Arriondas, el humor y el tono festivo que se había perdido parcialmente en años anteriores.
La afluencia de público batió todos los récords conocidos hasta el momento. Aunque se citaba popularmente la mítica cifra de 25.000 vehículos en caravana hacia Ribadesella, la realidad es que la DGT registró colas de hasta 12 km, colapsando la carretera nacional entre Arriondas y Ribadesella y confirmando el carácter multitudinario del evento.
En el agua también se vivió una edición histórica. Participaron 1.254 palistas en más de 800 piraguas, con delegaciones internacionales procedentes de Francia, Portugal, Alemania y Reino Unido, consolidando su proyección mundial. La prueba se benefició de un caudal excelente tras las lluvias de la semana previa, generando un descenso rápido y espectacular que fue seguido por miles de espectadores a bordo del Tren Fluvial.
Como novedad, se instauró la romería final en los Campos de Oba en Llovio, donde los participantes y el público se reunieron tras la llegada para compartir sidra, comida y música tradicional, dotando al Sella de un nuevo espacio festivo al estilo de las grandes celebraciones asturianas. Esta tradición se consolidaría en ediciones posteriores, dando al Descenso su doble identidad deportiva y lúdica.
En definitiva, la edición de 1980 supuso un auténtico renacer del espíritu sellero, reforzando la dimensión popular, la internacionalización y la esencia cultural asturiana de la prueba.
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